Por
eso, y a ellas, es que se
debe la Tuna, a la mujer.
De ahí es que, a
veces, el silencio nocturno
es quebrado por bandurrias,
guitarras y panderetas bajo
una ventana, tras la cual
se encuentra una Eva emocionada
y embargada por los nervios.
Y
es así, que para
el tuno, no existe mayor
alegría que ver que,
cuando presa de la alegría
y emoción, ruedan
dulces lágrimas por
las mejillas de la dama
que inspira los cantos de
la Tuna