Discurso  del Ingeniero Estuardo Masías Marrou

Autoridades de la Universidad, Profesores, Estudiantes, Amigos y Familiares, Colegas, Señoras y Señores:

Quisiera empezar expresando mi gratitud por este reconocimiento. Me emociona mucho estar con ustedes hoy y ocupar el lugar que,sin merecerlo, me han concedido y además escuchar las expresiones de reconocimiento y elogio para mi persona.

Este grado y el honor que lo acompaña, es algo que me ha sorprendido. Sin embargo, lo recibo lleno de entusiasmo, como quien acepta un regalo generoso y al mismo tiempo inesperado.

Para preparar este discurso he tenido que mirar hacia atrás. Mirar los eventos de toda una vida lo que da una perspectiva de los hechos más importantes, los que marcan. Los que en el momento pueden ser vistos como una crisis pero que a la luz de los años, terminan siendo los que nos forman y nos hacen quien somos. Les agradezco también por esto, pues si no fuera por la ocasión de este honor, probablemente no habría hecho nunca este recuento.

No soy un pensador ni un académico. Soy solamente un empresario peruano que ha trabajado toda su vida en el Perú y creyendo en el Perú. En consecuencia, sólo puedo compartir con ustedes algunas de las experiencias que más me han marcado. Un pequeño listado de algunos momentos y de algunas cosas que he aprendido en mi vida y que me han resultado valiosas, con la esperanza de que también resulten útiles para ustedes.

La emoción es doble al recibir este reconocimiento de parte de la Universidad Nacional Agraria, mi casa y Alma Mater. Tengo los mejores recuerdos de mis años como alumno en la Facultad de Agronomía. Me acuerdo mucho de profesores como Alex Grobman, Orlando Olcese, Octavio Velarde y especialmente de Charles Morín. Todos ellos me marcaron y fueron una gran influencia para mí. 

Esa fue una época maravillosa para muchos de nosotros. El país crecía y todo indicaba que el futuro sería también maravilloso. Nadie podía anticipar lo que vendría luego.

Por esa época yo andaba muy ocupado. No vivía en mi casa sino en el Club Regatas yregresaba a mi casa solo para comer. Mi hermano Nacho y yo dormíamos en La Punta. Nos levantábamos a las 5 de la mañana para entrenar y luego íbamos a la universidad en motocicleta. Como no tenía dinero, me dediqué a sembrar terrenos de amigos para así evitar que se los invadan. Mi vida giraba en torno a ir a la universidad, trabajar y hacer deporte. Mucho deporte.

El deporte me ha acompañado siempre y me ha enseñado mucho. No hay nada mejor que el deporte para conocerse a uno mismo, reconocer nuestras limitaciones y fortalezas y sobre todo aprender lo que es la disciplina. Por ejemplo, estás en una regata, vas recién por la mitad del recorrido, te falta todavía mil metros pero ya no puedes más. Ahí te atacanlos nervios, las dudas, el miedo, pero por otro lado encuentras una fuerza increíble, pones todo, te enfrentas al dolor, al cansancio y logras superarlo. Crees que ya no puedes más pero descubres que si puedes. Sigues remando, sacas fuerzasde la nada y finalmente llegas. No importa mucho si has ganado o no, el hecho es que has llegado, te has sobrepuesto al problema, has confiado en ti y has llegado. Esa es una experiencia inigualable.Tanto en el deporte como en la vida. Eso que aprendí en el deporte, a no rendirme frente al dolor, me sirvió luego muchas veces en la vida.

Los estudios que realicé en la Universidad de California, gracias a una beca Fullbright, me abrieron los ojos. Por ejemplo, en mi época de alumno en Lima, todo el curso de citricultura se basaba en un solo libro de texto. Al llegar a California descubrí que había un edificio entero de tres pisos solo para cítricos. Esto me hizo darme cuenta en carne propia que mientras más aprendes más te das cuenta de lo poco que sabes.

Una experiencia que definitivamente me marcó y de hecho, nos marcó a todos como generación, fue la llegada del General Velazco Alvarado y su Reforma Agraria. Fue una de esas cosas que llegaron para cambiarlo todo. En ese momento lo vimos como una catástrofe. Hoy con el tiempo, veo varias cosas positivas que salieron de esa crisis. La Reforma Agraria para mí y para muchos, marcó un antes y un después. Dos cosas cambiaron fundamentalmente. Una fue que la agricultura extensiva, para la que habíamos estudiado y que era lo que sabíamos hacer, ya no tenía sentido en el Perú. La otra, que la forma de tratar al campesino que habíamos tenido hasta ese momento, ya no tenía cabida en el Perú.

Cuando yo comencé a trabajar, a los campesinos se los trasladaba en camiones como ganado. Vivían todos juntos en corralones, un trato inhumano y terrible. Con la reforma nos dimos cuenta que había que cambiar, que había que DAR. Comenzamos a construirles casas buenas, les pusimos televisión para que vean como era el mundo, compramos buses para trasladarlos como gente, etc. Eso cambió todo ya que la gente comenzó a tener aspiraciones, redujeron el consumo de bebidas alcohólicas y disminuyó el número de hijos por familia. En solo una generación, casi todos los hijos de nuestros peones se convirtieron en profesionales. Hoy son, en buena parte, los técnicos y veterinarios que manejan nuestras granjas.

Muchas veces pienso que la razón por la que el terrorismo nunca se metió con nosotros fue porque nuestra gente no los dejó. Porque se sentían bien tratados,aunque supongo que eso nunca lo sabremos.

Poco después de la reforma agraria, hice un viaje que cambiaría mi vida. Fui a Israel y a Egipto a aprender del negocio de la jojoba, el cual rápidamente me di cuenta no tenía futuro. Lo que si aprendí fue algo totalmente inesperado. Vi a dos países (Israel y Egipto) que compartían el mismo tipo de terreno y prácticamente el mismo clima. Uno pobre, con 5000 años de pobreza y sin mucha esperanza y el otro a pocos kilómetros de distancia, con el mismo desierto y haciéndolo florecer. La diferencia era que los pobres tenían agua, tenían el Nilo, no habían tenido que hacer mucho por milenios. Sembraban solo 500m de cada lado del Nilo y eso era suficiente pero eso era también su ruina. Los israelíes, al otro lado del desierto, no tenían agua. A partir de esa escasez desarrollaron toda una industria de la irrigación, de cultivos intensivos, variedades, técnicas, aprendieron a cultivar el desierto y se volvieron prósperos en el camino. Es decir, de la escasez, de la necesidad, salió la creatividad. Eso me abrió los ojos.

En el Perú habíamos estado acostumbrados durante cientos de años a sembrar algodonero, maíz y caña, usando la mano de obra campesina abundante. Si bien no era fácil, ya sabíamos cómo hacerlo. Teníamos nuestro “Nilo”. La reforma agraria y la crisis me hicieron ver que teníamos que cambiar. Por suerte, las 80 ha que logré salvar estaban en el extremo del valle y por ende contiguas al desierto. Así fue que, por necesidad y con mucho trabajo e ingenio, logramos poco a poco ir aprendiendo las técnicas para luchar contra las sales, para usar el agua de forma eficiente, para encontrar variedades adecuadas, en resumen, para hacer producir nuestra escasez.

En el camino, no solo logramos superar los obstáculos sino abrimos las bases de una agricultura totalmente diferente y mucho más rentable. Ya no estábamos peleando por lograr 100 o 200dólares al año por ha, sembrando maíz sino apuntando a 10 o 20 mil dólares por ha con cítricos, paltas, uvas y granadas. Todas sembradas en terrenos desérticos que nadie quiere y con una fracción del agua que usábamos antes.

Hoy, la agricultura que estamos haciendo, es totalmente diferente a la que aprendí 50 años atrás. Antes nos preocupábamos mucho de conseguir las mejores tierras para sembrar. Usualmente eran también las más caras. Hoy ya no importan mucho la calidad de la tierra donde uno siembra pues esta solo sirve como sostén de las raíces, nada más. Hoy lo más importante es el clima, el sol.

Antes estábamos siempre preocupados por los nutrientes, por darle de comer a las plantas. Un ser vivo puede vivir semanas sin comer, algunos días sin agua pero le quitas el oxigeno que respira y muere en pocos minutos!  Por eso, hoy nos preocupamos, más que nada, de que las raíces “respiren” y por ende regamos por “pulsos”, con muy poca agua cada vez pero muchas veces por día. De esta manera, solo usamos los primeros 15cm de tierra para las raíces y muy poca agua, ya que más abajo no tiene sentido regar. Sería un desperdicio de agua ya que no llega el oxígeno que las raíces necesitan.

La agricultura es una ciencia de la vida. Como la vida, ésta tiene que cambiar, tiene que adaptarse. Estos cambios que venimos implementando abren las puertas para una agricultura del desierto, una agricultura para las maravillosas condiciones de la costa del Perú.

Las cosas más simples son las que funcionan en la vida. Un caso de esto fue cuando tuve el problema que al crecer la granja nos encontramos con una cantidad muy grande de guano que había que sacar y compostar diariamente. Eran cerca de 100TM por día y esto resultó ser un reto terrible. Vimos tecnología de muchos lugares. Fuimos a ver maquinaria cara y compleja de Brasil, de España, de Japón. Al final, lo más simple fue lo que funcionó. Lo expandimos en una pampa, lo compostamos con agua y le dimos vuelta con un cargador frontal, muy simple. El guano tratado es que el que nos ha servido para abonar los arenales y hacerlos productivos. La gente a veces se complica mucho. Yo he aprendido que las mejores soluciones son las más prácticas y que para encontrarlas solo hace falta un poco de ingenio, un poco de tiempo y un poco de humildad para escuchar a las personas que están metidas en el campo y que muchas veces tienen las mejores ideas.

Tengo que decir que no siempre ha sido fácil. Realmente, casi siempre ha sido muy difícil. Pasar todo tipo de problemas, reforma agraria, el rio que se salía y se llevaba la mitad de la chacra, hiperinflación, epidemias, terrorismo, etc. 

Para enfrentar todas esas catástrofes, siempre me han funcionado dos cosas. La primera, es que siempre pensé que iba a salir adelante. Que eso que me estaba pasando no me iba a tumbar. Muchas veces tuve miedo y dudé, muchas veces pensé hasta acá llegué. Pero, luego regresaba mi convicción interna de salir adelante.Y eso, pienso, es lo que diferencia a los que se quedan de los que vencen el problema. Tener una visión personal de éxito.

Lo otro, igualmente importante y que me ha sostenido siempre, en épocas buenas, en épocas malas es mi gente. He procurado y he tenido la suerte de rodearme de gente muy buena. De mi experiencia les digo, una vez que encuentren a gente buena, esa gente que te entiende, te acompaña, gente de trabajo que da todo por ti, dedicados, responsables, una vez que los encuentres, luego hay que dar todo por ellos. Así como ellos dan todo por uno, hay que dar todo por ellos.

Finalmente, todo lo que he hecho, lo he hecho de la mano de mi esposa. Beatriz no solo me ha dado 4 hijos maravillosos sino que me ha acompañado siempre. Como prometimos cuando nos casamos, en las buenas y en las malas. No podría imaginar volver a hacer todo lo que he hecho, las cosas por las que he pasado sincontar con su constante apoyo.

Igualmente, el apoyo que hoy tengo de mis cuatro hijos. Antes, cuando eran chicos, yo tenía que decidir todo sólo, no tenía con quien discutir las ideas, los proyectos. Ahora que ya están grandes, somos un equipo, discutimos, evaluamos, no siempre estamos de acuerdo pero ya no estoy sólo. Esto es un lujo de la vida y algo que se ha construido a partir de mucho cariño y respeto por muchos años.

Termino ahora reiterando mi gratitud a las autoridades universitarias por concederme este honor con el cual me han distinguido. Prometo atesorarlo como uno de mis recuerdos más preciados.

Muchas gracias.