Estimadas autoridades de la Universidad Nacional Agraria La Molina, estimados decanos de las respectivas facultades, estimados profesores y profesoras presentes, estimados compañeros graduandos, queridos amigos y amigas y queridos familiares que nos acompañan a cada uno de nosotros, tengan todos buenos días.
El día de hoy me encuentro frente a ustedes, representando a todos mis compañeros graduandos. Aún no soy capaz de caer en cuenta cómo llegué a estar parado frente a ustedes, intentando expresar la voz de todos mis compañeros en lo que se sienten como pocas y muchas palabras a la vez. Es una escena que yo no imaginé vivir, no porque no imaginara que me iba a graduar, sino porque no imaginaba que sería yo el que diera el discurso de graduación, aunque de hecho hay entre el público quienes no me creen. Espero que, al momento de hablar como Nicolás Méndez, ustedes escuchen la voz de la persona o las personas por las que han asistido a esta ceremonia.
Empezaré diciendo que me siento emocionado, así como cuando ingresé a la universidad y veía con ojos esperanzados, aunque aun ciertamente ingenuos, la vida que se me habría por delante. Yo ingresé a la Agraria no sabiendo todo lo que significaba ser molinero, pero a lo largo de los años que duraron mis estudios creo que lo entendí. Significa formar parte de un grupo improbable de personas, que ingresaron antes, después o conmigo a la universidad, con quienes sufrí, reí, lloré, bebí, me estresé y con quienes le pedí al de arriba que dejara de exigirme ser su mejor guerrero para no tener que pelear sus peores batallas. Ser molinero no es un acto individual, es la consciencia de que hay otros que han vivido lo mismo que tú y con los que compartes más que experiencias de vida, compartes lazos de amistad y fraternidad, valores, costumbres y tradiciones que lograron trascender las paredes de las aulas y las pantallas de las computadoras.
Espero que escuchen la voz de mis compañeros graduandos cuando digo que me siento orgulloso de ver que el esfuerzo que hice valió la pena. Para algunos fueron 5 años, para otros más y para otros menos, pero luego de ese tiempo, en los que hubo altos y bajos, al fin podemos reunirnos para dar por finalizada esta etapa. Me siento orgulloso de mis logros, de los exámenes que aprobé tras horas y días de estudio, de las amanecidas haciendo informes, de las horas invertidas sentado en la biblioteca leyendo de un libro más grande que mi cabeza, cuyas palabras parecían perder cada vez más el sentido conforme las horas pasaban, de los experimentos que hice y de los resultados que discutí, pero sobre todo estoy orgulloso porque no todas esas horas estudiando, no todas esas amanecidas y no todos mis resultados tenían sentido, y estoy orgulloso porque a pesar de ello, estoy aquí, frente a ustedes, graduándome. Estoy orgulloso de mi porque aprendí de mis fracasos, porque la presión no me quebró y porque finalmente puedo decir “al fin”.
Espero que escuchen mi voz y la de mis amigos graduandos cuando les digo que me siento asustado y esperanzado al mismo tiempo. Es una etapa donde me tengo que abrir camino con las herramientas y las habilidades que adquirí durante estos años de estudio, y me siento seguro de mí mismo y de todo lo que logré, pero me da miedo de que tal vez no sea suficiente para alcanzar todos mis sueños. Me siento asustado porque sé que no todo va salir acorde con el plan y que el futuro es incierto, pero a pesar de ello me siento esperanzado porque sé que no estoy solo, sé que mis amigos, mis amigas, mi familia, mis profesores y profesoras, van a estar ahí para sostenerme si es que me tambaleo o me tropiezo.
Y eso me lleva a sentirme agradecido con cada uno de ellos, con los profesores que con su pasión por lo que enseñan logran inspirar a sus alumnos, con los profesores que se convierten en consejeros, por aquellos que son conscientes de que tienen una responsabilidad enorme para con sus alumnos y deciden que van a estar a la altura, con nuestros técnicos de laboratorio, con el personal administrativo de esta universidad que logra hacerla marchar, con mis amigos, quienes a pesar de estar tan perdidos como yo me dieron un consejo útil o simplemente me escucharon, con los que están conmigo ahora y, sobre todo, con los que me acompañaron hasta cierta parte, pero que no pudieron verme acá frente a ustedes.
A todos aquellos, les digo gracias
Por último, también espero poder expresar la voz de mis compañeros y compañeras cuando digo que me siento triste, porque tenemos que partir cada uno por su propio camino. No sabemos cuándo será la próxima vez que nos veamos, si es que nos volveremos a ver, pero partimos seguros de que, si nos volvemos a encontrar, será como si nunca nos hubiésemos separado.
Espero, con estas palabras, haber expresado lo que significa estar aquí, al final del camino de nuestra vida de estudiantes en la Universidad Nacional Agraria La Molina, en nuestra ceremonia de graduación. Espero que cada uno de nosotros se enfrente al resto de su vida como molinero o molinera, con un espíritu encendido, solidario, capaz de ponerse en los zapatos del otro, y sabiendo que tiene a un verdadero amigo en la persona sentada a su costado.
¡Muchas gracias!