El psicólogo de la PNP, Jesús Dámaso, exhortó a las decenas de molineros que se congregaron en el Auditorio A5 a participar de forma conjunta con las autoridades para reducir la inseguridad ciudadana. Señaló que caminar en grupo al salir de la universidad y prever el riesgo cuando se anda por avenidas desoladas y con poca iluminación disminuyen la posibilidad de convertirse en víctima.
Planteó la idea de implementar una Brigada de Autoprotección Universitaria que trabaje en forma conjunta con centros comerciales y personas que tengan un negocio cerca de la UNALM para que funcionen como puntos de socorro apenas ocurrido el delito.
“No tenemos que dar signos de riqueza. Nuestras características de comportamiento, nuestra performance conductual nos puede llevar a ser víctima de un delito sin que nosotros lo busquemos”, agregó Dámaso a sus recomendaciones. Pidió además rechazar lo que ofrece el mercado del hampa, como celulares u otros dispositivos, puesto que incentiva a que haya más delincuencia.
Osiptel reveló que de enero a marzo del 2016 se han registrado 549 mil robos de celulares en todo el país. Ante esa cifra Dámaso dijo que antes de comprar un smartphone en Las Malvinas reflexionemos en el riesgo que corrieron los verdaderos dueños, quienes incluso pudieron perder la vida.
Jóvenes a la obra
A su turno, Lourdes B. Carpio, remarcó que para combatir la inseguridad ciudadana con mayor eficacia los 125 mil policías a nivel nacional necesitan de la participación activa de la juventud. Lamentó que los integrantes de las 14 mil juntas vecinales que existen en el país sobrepasen los 40 años de edad.
“¿Cuándo podemos ver juntas vecinales integradas por jóvenes mayores de 18 años o por universitarios? ¿Cuándo la delincuencia nos destroce? ¿Cuándo más universitarios mueran por un celular o una mochila?”, preguntó muy eufórica B. Carpio a los molineros.
También subrayó que el deporte cumple el rol de alejar a los jóvenes de la delincuencia, pero aún más importante es la educación que se imparte en las casas y en los colegios. De hecho, la falta educación se vuelve un caldo de cultivo para la delincuencia porque, según cifras del Instituto Nacional Penitenciario, seis de cada 10 presos en el país abandonaron el colegio.
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