Lima Perú -


Gaceta Molinera
Universidad Nacional Agraria La Molina
CONSEJO EDITORIAL:
Rectorado:
Dr. Américo Guevara Pérez
Oficina de Imagen Institucional:
Lic. Elsa J. Huertas Aponte
Oficina de Tecnología de Información y Comunicaciones (TIC):
Lucio Michael Laines Covarrubias

EDICIÓN GENERAL:
Elsa J. Huertas Aponte
COORDINACIÓN:
Yolanda Cóndor Mori

REDACCIÓN:
Hernán Toribio Chahua
Erick Rodríguez Mascco

DISEÑO:
María Estela Chacón
Eleanna Chuquillanqui

 

AGRICULTURA YOKO

Método restaura las bondades de la tierra

(2016, Marzo 1).- La charla sobre la “Agricultura Yoko” estuvo a cargo del promotor Enrique Shikina Arakaki y fue organizada por las agrupaciones INTIMPA de la Facultad de Ciencias Forestales y Grupo de Investigación de Raíces y Tuberosas de la Facultad de Agronomía de la UNALM.

“El proyecto Yoko se inició en Japón, pero ya los incas tenían una  agricultura similar.  La naturaleza tiene dos principios: espiritual y  material. Con la Agricultura Yoko se busca unir estos dos aspectos para generar prosperidad. No solo debemos centrarnos en explotar nuestros recursos, sino también en adorarlos, respetarlos”, sustentó  Shikina Arakaki.

El método Yoko fue creado por Masashi Asano, quien llegó a Bolivia en los ochentas para ponerlo en marcha. Desde entonces, la Agricultura Yoko se practica en Brasil, Japón y hace 25 años en el “Campo de cultivo Yoko Noen”, ubicado en Huaral, Perú.

Entre 1993 y el 2014, en su huerta de 3 ½ hectáreas en Santa Cruz, el japonés Asano disminuyó el uso de agua de 320 a 40 toneladas métricas. Y a pesar de reducir a 5 el número de trabajadores, la producción aumentó de 1100 a 1300 kilogramos por semana, sin emplear ningún agroquímico, lo que significó un ahorro de  mil 250 dólares.

Shikina Arakaki reafirmó que la “Agricultura Yoko”, que fomenta la relación armoniosa con la naturaleza, garantiza que se coseche el 90% de lo cultivado, que se reduzcan la mano de obra y el tiempo para obtener el abono.

Con el método creado por Asano,  las semillas se siembran en arena de río. Después de una semana, cuando asoman las dos primeras hojas, se traslada a la planta a un adobito, que es un cubo de tierra pequeño que protege a la raíz.  Así se evita que las plagas perjudiquen el desarrollo del vegetal. Luego la planta es llevada al campo donde cultivos como  la acelga, el tomate, el pepino y la lechuga “crecen parejos”.

 

Shikina indicó que en el terreno de 3 hectáreas de Huaral (propiedad de Asano) se alimentan a los cerdos con rastrojos, restos de hortalizas y maíz. Las excretas del porcino se utilizan como un efectivo abono en menos de una semana, tiempo muy corto  si se compara con los cuatro meses que demora el proceso para la obtención de compost.

Agregó que para mantener una óptima humedad, nutrición, temperatura y aireación, la raíz de la planta necesita del trabajo de las lombrices, puesto que al desplazarse por la tierra dejan orificios por donde ingresan oxígeno y agua, lo que contribuye a mejorar la porosidad del suelo.

Con este procedimiento se busca que las actividades agrarias revitalicen el suelo para que regrese a su estado natural,  con el fin de superar la crisis alimentaria mediante el consumo de productos libres de sustancias tóxicas.

Es por ello asegura, “es importante transmitir este método que tiene resultados excelentes y que prioriza la calidad antes de la cantidad. Quizás es fuera de lo convencional, pero desde la UNALM seguiremos organizando eventos para impulsar este tipo de agricultura”, subrayó el presidente de INTIMPA, Raúl Pacsi Muñoz.

Joseluis Leiva Ramírez


 


 

  Derechos Reservados Universidad Nacional Agraria La Molina
Para sus comentarios, escriba al Editor

Esta web está en permanente actualización