Discurso de Graduación Promoción 2014-II |
Buenos días, Señor Rector y Vice-rector académico de la Universidad Nacional Agraria la Molina, Director de la Escuela de Post-Grado, Decanos, Profesores, queridos familiares, amigos y compañeros graduandos. Lo primero que quisiera expresar es mi agradecimiento por tener la oportunidad de dirigirme a Uds. en representación de todos mis compañeros. Aunque ello haya supuesto, por otro lado, una noche más de amanecida, como cuando redactábamos aquellos informes. Esta mañana, ponemos punto final a un capítulo muy preciado de nuestras vidas: La Universidad. Sería imposible plasmar en palabras las emociones que nos invaden al estar aquí sentados frente a Uds. Por un lado, sentimos una enorme satisfacción y orgullo de poder decir: “lo logramos”, que cada esfuerzo realizado valió la pena. Y a la vez, hay una fuerte dosis de nostalgia, tristeza e incertidumbre, al pensar que dejamos atrás esta hermosa etapa y nos adentramos en la llamada “vida real”. Sin embargo, creo que hay un sentimiento que habla más alto el día de hoy: nuestro infinito agradecimiento. En primer lugar, a nuestra bella Universidad Nacional Agraria La Molina que nos acogió durante estos años, convirtiéndose literalmente en nuestra casa, dado que solíamos pasar más tiempo en sus aulas, pastos o centros federados que en cualquier otro lugar. Una casa en la que vivimos diversas experiencias que al final ayudaron todas a moldear las personas que somos ahora. Y es que nuestra Alma Mater no sólo nos ofreció las que parecían, a veces, interminables horas de enseñanza y formación académica; sino que también nos brindó espacios y oportunidades para cultivar otras capacidades como liderazgo, creatividad, trabajo en equipo y más, todas ellas igual de importantes para afrontar exitosamente los retos que nos esperan. Por ejemplo, como no mencionar la gymkhana y el corso por el aniversario o los concursos de danza interfacultades para los cuales nos preparábamos con meses de anticipación, desarrollando las habilidades de cada uno para crear en conjunto algo memorable. Ojalá nos hubiéramos preparado así también para todos nuestros cursos. Por ello y mucho más, gracias UNALM. Queremos agradecer de forma especial a nuestras familias, que nos apoyaron desde el inicio cuando aún estábamos indecisos de qué carrera estudiar. Gracias, porque fueron los primeros en apostar por nosotros; por sus palabras de aliento que nos motivaron a continuar en esos momentos de flaqueza; por comprendernos cuando estábamos estresados e insoportables; porque a pesar de tal vez encontrarse lejos, sentíamos su cariño muy presente. Gracias por los sacrificios que hicieron para permitirnos llegar a este momento; sencillamente, hubiera sido imposible lograrlo sin ustedes. A nuestros profesores también les debemos un enorme gracias. Y es que ahora que recuerdo nuestras horas de clase, me doy cuenta de toda la paciencia y dedicación que deben tener. Ser profesor no es tarea sencilla, pero me llena de orgullo poder decir que aprendimos de los mejores. Aprendimos no sólo conceptos o fórmulas; sino que también nos inculcaron, disciplina, entrega y pasión por nuestras carreras. Hicieron además de consejeros, alentándonos a abrir nuevos senderos y no temer a fallar. Es gracias a sus enseñanzas que nos hemos convertido en profesionales íntegros, capaces de innovar y promover el desarrollo de nuestro Perú. Y cómo no agradecer a nuestros compañeros, aquellos que conocimos cuando éramos cachimbos y que ahora se han convertido en amigos, hermanos. Gracias por vivir juntos esta experiencia llamada universidad. Porque no hubiera sido lo mismo sin aquél amigo que dormitaba algunos minutos en plena clase, sobre todo en el horario del grupo G, después del almuerzo. O aquél otro que siempre pedía que se aplazaran los exámenes y exposiciones. O aquella amiga con la cual ibas a todo lado. Cada uno ocupa un lugar preferencial en nuestras mentes y corazones. Haciendo un pequeño paréntesis y aprovechando esta gran oportunidad, quisiera agradecer a modo personal primero a Dios; a mi papá porque sé de todo el sacrificio que hiciste y haces por tu familia; a mi mamá porque siempre estás cuando más te necesito; a mis hermanos, Arturo y Wilfredo, porque me hacen reír de la nada; a mis amigos, con mención especial para mis inseparables Lili y Chío, porque multiplicaron las alegrías e hicieron más llevaderas las tristezas. Finalmente, es importante que nos felicitemos a nosotros mismos por haber logrado el objetivo propuesto hace ya varios años: graduarnos de la Universidad. Es muy incierto lo que nos depara el futuro; pero estoy segura de que, como buenos molineros, sabremos enfrentar los desafíos, convirtiéndolos en oportunidades. Así pues, no tengamos miedo de seguir nuestros sueños por nuevas rutas. Como dijo J. K Rowling en el discurso que brindó en una ceremonia de graduación de Harvard: “Es imposible vivir sin fallar en ocasiones, a menos que vivas tan cautelosamente que no estás viviendo en absoluto, en cuyo caso, habrás fallado por defecto.” Planteémonos, entonces, metas ambiciosas, sin temor a caer. Hoy, compañeros graduandos, los invito a que demos juntos este primer gran paso; llevando con orgullo el lema esencial de La Molina “Quiero cultivar al hombre y al campo”. Muchas gracias, Adriana E. Mansilla Tafur
La Molina, 03 de julio del 2015. |