Quiero saludar la presencia de las autoridades:
Hace unos años, Steve Jobs le dijo a un grupo de jóvenes que se graduaban con honores en la universidad de Stanford:
“Tienen que encontrar lo que aman. Sigan buscando. No se detengan. No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencie su voz interior. Y más importante todavía, tengan el valor de seguir vuestro corazón e intuición, porque de alguna manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser“.
Hoy somos testigos de la consagración de estos jóvenes que contra todos los obstáculos que la vida les puso, se gradúan como profesionales. Es el final, pero es también el inicio. Han aprendido a amar su carrera y las palabras de Jobs nos recuerdan que debemos esforzarnos para aprovechar las oportunidades que tenemos por delante.
El sabio Sócrates ya decía que “solo es útil el conocimiento que nos hace mejores”. Y en efecto, los bachilleres de las distintas disciplinas que son impartidas por nuestra universidad, serán mejores en la medida que sepan contribuir al desarrollo sostenible de nuestro país.
Con acierto dijo también el maestro Pitágoras que “educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. En esencia a eso apunta nuestro lema “Quiero cultivar al hombre y al campo”: el quehacer educativo en la UNALM no se limita a los aspectos tecnológicos, sino también a formar mejores ciudadanos, mejores personas, mujeres y hombres de bien. De allí la importancia de los cursos impartidos de Humanidades, tan necesarios en una época que valora el inmediatismo, el facilismo, los aspectos materiales.
Ciertamente, en un mundo que cambia de manera acelerada como en el que vivimos, el desarrollo requiere del progreso tecnológico. Como decimos los economistas, debemos expandir la frontera de posibilidades de producción. Quedando atrás lo que dijo nuestro escritor Ciro Alegría “el mundo es ancho y ajeno”.
Para ello la UNALM debe volver a liderar las innovaciones tecnológicas que la caracterizaron en sus primeros años de existencia, como Escuela Nacional de Agricultura y Veterinaria, allá en el fundo Santa Beatriz y luego aquí en La Molina, y hasta mucho tiempo después, cuando era usual tener estudiantes en pregrado provenientes de otros países latinoamericanos. En ese empeño, de investigación y de creatividad, esperamos contar también con el apoyo de nuestros flamantes bachilleres, a quienes hemos formado no para aprender, sino para aprender a aprender.
Hoy estamos habituados a una serie de equipos e implementos, como nuestro celu y la tablet, sin los que supuestamente no podríamos subsistir, y que aparentemente antes eran inimaginables. Sin embargo, si nos remontamos lo suficiente, no es difícil comprobar la existencia de visionarios en distintos campos: Julio Verne imaginó no sólo un viaje a la luna, 104 años antes del primer alunizaje, sino también la videoconferencia. Ya en la primera mitad del siglo XIX, un escritor como Edgar Allan Poe describió en una de sus novelas a lo que hoy llamamos cyborg. Las cámaras de vigilancia no sólo se relacionan con la conocida novela “1984” de Orwell, sino que también se describen en novelas de finales del siglo. XIX, además de figurar en el cine, nada menos que en “Tiempo Modernos” de Chaplin. Todo esto muestra la infinita capacidad de imaginación del ser humano. Por eso cabe preguntarnos: ¿por qué no, entre alguno de ustedes, jóvenes egresados, se encuentre también algún visionario en los campos de la biotecnología, la agroindustria o la ingeniería ambiental? Ese es un reto que estoy seguro sabrán enfrentar.
Hay otros retos más inmediatos. No debemos perder de vista la vocación agraria de nuestra universidad. Por eso, nuestros egresados, tomando como punto de apoyo las enseñanzas adquiridas, no pueden limitarse a ser “citadinos”. Al contrario, deben elevarse, superar el habitual entorno urbano, para saber mirar el medio rural, donde hay tantos problemas aún por resolver y, en una etapa posterior, seguir elevándose para saber mirar el mundo globalizado. No quemen etapas, jóvenes bachilleres, no vayan directamente al entorno global, sin cumplir primero con las demandas insatisfechas de los productores agropecuarios.
Muchas veces se habla del “espíritu molinero”, el cual puede entenderse desde distintas ópticas. Algunos lo relacionan con tener “una botella de pisco y una buena chola al lado”, como dice nuestra marinera. Otros lo vinculan con el corso primaveral, que no es usual en otras universidades. Pero el “espíritu molinero” va más allá. No sólo es el sello que distingue a los molineros, sino que implica sentimientos de solidaridad, de franca y desinteresada fraternidad, de una sana competencia académica, de una convivencia, como se dice ahora, “inclusiva”, que no distingue condición social, razas, credos, ni colores político- partidarios. Ese espíritu molinero, que no debe perderse, es que nos permite, cuando nos encontramos en un recóndito lugar de nuestra geografía con otro egresado o profesional de La Molina, reencontrarnos más que con un amigo, con un hermano, dispuesto siempre a colaborar con nosotros.
Los motivos el por qué somos profesionales son diversos. Algunos porque su familia les obligo, otros porque quieren salir de pobres, otros por tener prestigio, en fin los motivos son diversos. Lejos del dinero y los éxitos profesionales, lo que buscamos en el fondo, todos, es una sola cosa. Ser felices.
Y ese es mi deseo para ustedes jóvenes, que sean felices con lo que hacen, con la carrera que eligieron y que hoy culminan. Que hagan felices a sus familias, hoy más orgullosas que otras veces.
Cómo decía sir Winston Churchill: "Vivid arduamente, no temáis nada y os sonreirá el triunfo."
Perseveren en aquello que quieren de verdad, persigan lo que han soñado sin descanso, hagan todo lo que esté a su alcance, no confíen sólo en su ingenio o talento, sino en las acciones que realizan. Bien lo decía Pablo Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”
Vayan por el mundo y hagan el bien, aprovechen sus talentos y sean felices, recuerden lo que decía Albert Einstein: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.
Un saludo muy especial a los padres de familia. El sueño que tuvieron, cuando recibieron la feliz noticia del ingreso de sus hijos, momento de jolgorio que seguramente hubo celebración. Hoy el motivo es doble, ese sueño se ve cumplido, en que sus hijos están listos para desempeñarse en el campo laboral. Ahora ustedes recibirán la merecida compensación espiritual a sus desvelos, a sus preocupaciones, a su labor de seguimiento al desempeño académico de sus hijos. De nuestra parte, gracias por haber confiado en nosotros.
Felicitaciones a todos