Estimados amigos: Esta ceremonia reviste para mi una especial ocasión, puesto que en ella la Universidad Agraria La Molina, mi universidad, me otorga un Doctorado Honoris Causa, que es la máxima distinción que ofrece una institución universitaria y más en una universidad como la nuestra, en la que siempre hemos tenido mucho cuidado de otorgar a personas muy relevantes un Doctorado Honoris Causa. El escaso número de 28 Doctores Honoris Causa en toda la historia de la universidad así lo atestiguan; además me siento contento y agradecido porque retorno a nuestros claustros y veo a mucha gente amiga que trabajaron conmigo en mi etapa de docente, acompañándome en la enseñanza haciendo conmigo investigaciones y apoyándome cuando tuve que afrontar momentos difíciles en mi vida familiar, pero además colaborando conmigo en ese gran esfuerzo que duró como 15 años cuando ocupé el Vicerrectorado y Rectorado de esta entrañable universidad; es por eso que quiero agradecer al Rector, al Consejo Universitario a la Facultad de Agronomía y al claustro molinero por esta distinción, la que agradezco profundamente y valoro en su real significado. Quiero imaginar que esta distinción me es otorgado por el gran esfuerzo que significo para la universidad ponerla a tono con la modernidad, no quiero enumerar lo que se hizo, porque eso pertenece al pasado y a la historia y porque estimo de que muchos de ustedes conocieron el esfuerzo realizado y apreciaron el cambio, y mas cuando ese esfuerzo no es exclusivamente obra mía sino de todos, porque todos en menor o en mayor medida hicieron que esta universidad avance y se esfuerce por ser cada vez mejor. En esta oportunidad quiero también rendir público y merecido homenaje a los alumnos que hicieron la universidad durante esa época, que permitieron y aceptaron que no hubiera viviendas estudiantiles, pagar para que se compren equipos que ellos mismos requerían para mejorar la enseñanza que de otra forma no hubiera sido posible por los escasos recursos que aporta el tesoro público, fueron los alumnos del tercio estudiantil los que conversando y dialogando se comprometieron a hacer de esta universidad más fuerte, más estimada, más sobresaliente y más calificada, fueron ellos los que en un gesto que yo aprecio y apreciaré eternamente, me pidieron en el Consejo Universitario el día que cese de esta universidad que no me fuera, y fueron ellos los que hace 2 años me pidieron que toda la promoción de la universidad que se graduaba ese día llevara mi nombre. Esas acciones han bastado para que guarde en mi recuerdo el aprecio que siempre les dispense y que ellos me dispensaron. La Molina es una gran Universidad, ubicada dentro de las mejores Universidades del País y del mundo, ella ha liderado el desarrollo universitario del país e investigado los múltiples problemas que en su especialidad han aquejado y aquejan al país por ejemplo : la implementación del currículo flexible , el sistema de créditos, la filosofía de hacer investigación en beneficio de la educación y del país, las variedades nuevas de papa, maíz, cebada, quinua, etc., la enseñanza con investigación, el establecimiento de empresas universitarias que generan prácticas, trabajos, experiencias y dinero para apoyar los egresos de la institución, el pago solidario de todos los estudiantes, la prioridad de Internet en el desarrollo universitario, los ciclos internos para graduarse, la frecuente y continua renovación de los currículum, la priorización en el desarrollo de la Biblioteca, la mejora del ganado vacuno, ovino y alpacuno, las continuas prácticas de los alumnos, los institutos de desarrollo universitario, la tecnología en los bosques amazónicos, etc, La Molina sigue aportando al país y lo seguirá haciendo porque este es un compromiso y su filosofía. También quiero subrayar el esfuerzo realizado durante mucho tiempo por resaltar el espíritu molinero que siempre nos ha motivado para todo; unidad, solidaridad, acercamiento, camaradería y hermandad. Ese espíritu del molinero que nos identifica y nos caracteriza en nuestra personalidad y acción, y que se forma poco a poco con cosas simples pero que provocaban orgullo; el entregarles a los alumnos tarjetas de visita, una agenda con noticias calendario académico, editoriales y chistes, las pachamancas, las marchas al rectorado, las fiestas de fin de ciclo, esas ferias molineras, las chelas, el usar un poncho verde al graduarnos, concursos de bailes folklóricos de docentes y alumnos y con otras universidades en los que siempre ganábamos, los caballos de paso del que se cayó alguno, la maca, el comedor universitario, esos campeonatos deportivos y esas discusiones en las que el que tenía razón se le reconocía y en los que no se aceptaba huelgas ni paros mientras se pudiera conversar, sabiendo que conversar no significa que uno siempre tiene la razón, sino que las razones y los criterios pueden ser compartidas entre unos y otros para finalmente tomar una justa decisión, todo eso forma el espíritu molinero que nos acompaña durante toda nuestra vida y que se refleja cuando nos encontramos con otro molinero a pesar de la edad la facultad de procedencia o el trabajo que desempeñen. Pero ahora les quiero hablar sobre lo que pienso del futuro de la Universidad Agraria, creo que esta universidad de raíz técnica y científica, entra a un nuevo siglo con cambios que tenemos que madurar todos y comprender todos; cambios que provienen del convencimiento de que los conocimientos de cada uno es lo que vale, es lo que tiene precio. Los conocimientos ahora son el bien más preciado; si a esto le agregamos la ética estamos frente al producto, que preparamos aquí, la persona humana con conocimientos, experiencias y ética. Esta institución sobre todo nos impele a formar al alumno para servir a la sociedad y al ser humano, que conserve su medio ambiente, mantenga su identidad y que sea capaz de planificar su vida y gestionar su accionar profesional. Por esto es que ahora sobre todo en La Molina las carreras profesionales deben “agiornarse” y cambiar, porque el mundo actual ya cambió, ya tiene otras perspectivas y otras metas, sino recuerden lo que ha pasado aquí con nuevas carreras integradoras como Ingeniería en Gestión Empresarial o Ingeniería en Medio Ambiente y piensen que en el futuro algunas carreras con los adelantos modernos, la forma de enseñar distinta, quizás desaparecerán o se fusionaran como estas 2 carreras que mencione. Aquí el docente sobre todo debe cambiar y comprender que lo que el enseñó ya cambió no solo en conocimientos, sino en el tiempo y en la tecnología y que el sustento de una carrera ahora es la gestión, la conservación, la ética, una mayor fuerza de los conocimientos básicos y la cultura. La Molina comenzó a hacer estos cambios al revisar los currículums entregarlos y mejorarlos, ahora espero que se siga haciendo pues nuestro reglamento estipula que está es una tarea a cumplir cada 5 años. Nuestra obligación es entonces impartir una formación integral con profundos valores; una formación con visión de futuro donde nuestros egresados sepan prever y tomar decisiones de carácter local con visión universal, que tengan la capacidad de adelantarse a los acontecimientos, proyectarse a partir de indicios para detectar posibles problemas y buscar creativamente soluciones, que sepan crear tecnologías en base al conocimiento profundo de la ciencia. Esto implica trabajar con un paradigma que nazca profundamente encausado en la calidad y se desarrolle estrechamente vinculado a ella. Como Molineros sabemos que nuestra Universidad es bastante compleja, al igual que el Perú heterogéneo, social, cultural, económica, racial, ecológica y climática, la Universidad es también heterogénea en todos los niveles por eso es que en este crisol Molinero se encuentra la fragua y el yunque de la mayor heterosis por eso es que al mezclarse conforma un mayor vigor híbrido que permite mayores exigencias y resultados. Por eso el cambio de mentalidad de la academia debe significar calidad y modernidad. Calidad o excelencia que exige una perenne actualización de conocimientos, un continuo aporte creativo, una constante vinculación teórico práctica, una enseñanza de vida y experiencias, un mejoramiento sistemático y permanente de su plana docente, de sus equipos, sus metodologías y técnicas y una preocupación y responsabilidad por el acontecer nacional. En síntesis la calidad reclama a la institución un compromiso pleno con la realidad, con la sociedad por la cual vive y a la cual se debe, la enseñanza que imparte y la investigación que realiza. Mantener la calidad es importante para cualquier institución, y más para una universidad. Para encarar este pensamiento quizás nos puedan servir algunas ideas.
Estoy seguro que estos cambios prácticos que he citado ayudarán a una mejor competencia profesional, ya con mayor nivel de calidad de las instituciones, pero debemos pensar que el futuro de las instituciones de enseñanza superior está en sus docentes que deben ser bien capacitados, buenos investigadores, excelentes docentes que prestigien a su institución y hagan que sus alumnos estén bien preparados. Esto es un reto, fuerte y difícil pero es el futuro de la universidad y la academia debe respaldarla.
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